La información y la desinformación suponen un reto para las empresas que, de no gestionarse adecuadamente, pueden afectar a la relación con los grupos de interés.
La comunicación líquida no es un concepto nuevo. Este término procede del concepto modernidad líquida, acuñado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman en la década de los 90 para describir una época en la que todo es susceptible de adoptar el molde político o social que lo contiene, en lugar de mantener unos valores y unos dogmas sólidos. En la actualidad nada es permanente ni fijo, y todos los sectores han visto cómo esta realidad se ha ido incorporando en el día a día de sus organizaciones apoyada en las nuevas tecnologías.
¿Qué es la comunicación líquida?
“La comunicación líquida es aquella que ocurre en este mundo de instantaneidad, inmediatez e incertidumbre. Somos conscientes de que nos hemos impregnado de informaciones (y desinformaciones) a diario, minuto a minuto, creando un estado de ansiedad y de confusión muy grande durante la pandemia, lo que confirma así el acierto de la analogía de Bauman”, explica Carlos Víctor Costa, director del Máster de Comunicación y Nuevas Tecnologías de ESIC Business & Marketing School. “La comunicación líquida se caracteriza por su inmediatez y claridad, por ser flexible y versátil, multidireccional y por tener múltiples canales y formatos”, indica Ana Fernández, socia directora de Barna Consulting Group,
Es cierto que la situación derivada de la crisis sanitaria ha acelerado este tipo de comunicación, pero con los recursos adecuados cualquier empresa debe ser capaz de convertir los aspectos negativos en positivos. La profesionalidad, la especialización y la adaptación resultan factores esenciales a la hora de conseguir que la comunicación genere confianza y credibilidad entre los emisores y los receptores.
¿Cómo ha evolucionado la comunicación líquida con la pandemia?
“Antes del estallido de la pandemia, la comunicación era mucho más líquida en sus distintas facetas: relaciones con los medios informativos, comunicación interna, comunicación de crisis, etc., pero con la COVID-19, como ha ocurrido en otros ámbitos, se ha acelerado el proceso”, señala Ignacio Saavedra, profesor de Comunicación Empresarial e Institucional de la Universidad CEU San Pablo.
La comunicación interna y externa
“En este contexto, una organización es la suma de las conversaciones que la componen, por eso es tan importante que los empleados desarrollen conversaciones en tres niveles”, indica Fernández.
1- A nivel personal: qué pensamientos, sentimientos y expectativas tienen.
2- A nivel de equipo: de qué conocimientos, habilidades y actitudes disponen.
3- A nivel de negocio: cuál es la estrategia, qué acciones se emprenden y qué resultados se consiguen.
Fuente: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/10/25/extras/1635154033_632186.html